Por Anita Zuñiga
Tanto la cultura pop como la música, el cine y los programas de televisión han establecido tendencias que han dominado la moda, lo que a través del tiempo ha generado que la industria de la cultura pop, tenga un papel relevante y significativo en los estilos personales.
Y es que el tipo de ropa es un reflejo de la percepción de sí mismo, transformándose en una combinación del mundo exterior e interior de un individuo y en un símbolo de identidad, cuya imagen es potenciada por la influencia del pop culture que determinará el estilo de vestir local: consciente e inconscientemente.
Teniendo en cuenta que, en los últimos cuatro años, pese a que el diseño de vestuario de autor se ha nutrido de los contextos sociales, -en medio del retroceso de la pandemia- hoy en día ha evolucionado y actualmente se inspira en la creación de accesorios y outfits en patrones cómodos y versátiles como la apuesta de Puntada Austral, con un enfoque híbrido, moldeado por la construcción de un nuevo discurso identitario en la moda nacional, capaz de desafiar reglas, adoptando la confección de prendas propias, con modistos que han tomado prestadas tendencias como la ilustración, las campañas políticas o el diseño, confección y consumo de moda que respetuosa con el medioambiente, como un aspecto diferenciador de la cultura del consumo.
Cultura Pop v/s industria de la moda local
Y es que al parecer la industria de la moda chilena centrada en la "cultura pop" se ha concentrado en la preferencia por la diversidad de estilos, como nuevos iconos del futuro, tendencia materializada en vestuario unisex o no binario, en prendas orgánicas como Color Vegetal o bordadas con detalles a mano, con intervenciones como el ganchillo o palillos como es el caso de algunas propuestas Huaman Autor, o simplemente haciéndo énfasis en piezas con estampados propios o reacondicionadas de otras temporadas.
Esto, en medio de una sociedad que paulatinamente ha evitado retornar a los centros comerciales y que a diario navega por la web o que es bombardeada por el pop culture de videos difundidos en redes sociales como Instagram o Tiktok.
En un escenario en el que se ha tomado en cuenta la influencia de la agitación callejera del 18 de octubre de 2019, que definió la moda atemporal o sin estación, con accesorios fabricados por los propios usuarios, estampados propios, vestuario intervenido, poleras con frases feministas, slogans de programas de televisión o series del mundo del entretenimiento como iconos que han impactado en los outfits de los chilenos, que además han estado confinados en sus hogares desde el año 2020.
Sin duda el explorar diversas tendencias, apuntaría a futuro a la proliferación de consumidores que pretenden privilegiar el slow fashion o el vestirse en un estilo que exprese su individualidad -como lo refleja este diseño de Isabel Is My Name- vinculado a mujeres en la historia, en una orientación de los discursos de moda vinculados a la revalorización del sujeto, a la moda autóctona, legitimada por la libertad de elección y el instalar -a través del vestuario- tendencias que plasman la contingencia y el fomento de condiciones laborales justas y salarios dignos a sus trabajadores y trabajadoras.
Y es en este contexto que las marcas de moda este 2022, según la agencia de tendencias más grande del mundo, WGSN, auguran el retroceso del pop culture en la moda, con clientes más sostenibles, donde el predominio del confort (Moda Comfy), o el uso de prendas holgadas, o básicos como camisetas confeccionadas en tejidos naturales. o de algodón orgánico, pañuelos personalizados -el caso de Galia- que regresan en gloria y majestad, apuestas que esperan transformarse en una oportunidad para volver a la autenticidad, donde prevalecerán técnicas que involucran elementos personales y narrativos.
Pensando en que la elección de la ropa y los accesorios cobran relevancia en la identificación de un individuo, en la era de las redes sociales que potenciaron el hype de la cultura pop como tendencia icónica en la moda.