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Impactos medioambientales de la moda rápida (Parte 2)

Impactos medioambientales de la moda rápida (Parte 2)

Por Beatriz O'Brien.

 

Los océanos son cuerpos vivos. Las aves y peces que los habitan son luego cazados por mamíferos de mayor tamaño y por los seres humanos. No nos engañemos, las personas ingerimos el plástico que flota en los mares. Los pedazos grandes de plásticos se van fragmentando en las aguas y se convierten en microplásticos. Sabemos que los materiales plásticos o de polímeros sintéticos pueden tardar hasta 1.000 años en degradarse. Todo el plástico que hemos producido en los últimos 70 años aún se encuentra en nuestro planeta.

Los microplásticos han sido estudiados durante los últimos años por la y los científicos con el fin de lograr definir y cuantificar el daño de estas micro y nano partículas que provienen de combustibles fósiles. ¿Qué descubrieron? En el caso de vestuario, los microplásticos son microfibras que se liberan al usar y al lavar la ropa con cada carga de lavadora doméstica, las prendas de origen sintético, ya sea nylon, poliéster u otras, se liberan cerca de 7,000 microfibras las cuales se diseminan en ríos, mares y, finalmente, en los océanos. (Fuente: Open Education, Slow Factory, Madelaine MacGillivray).

El proyecto de investigación de microplásticos en la bahía de San Francisco ha demostrado que estas partículas abundan en el mar y no solo intoxican directamente a los seres vivos que lo habitan sino que también transportan bacterias y viruses peligrosos para la salud humana a través de ellos y sí… quedan flotando o en los fondos de los mares para siempre a menos que se limpien. Tarea muy difícil por su diámetro y por lo extendido de la contaminación.

Los microplásticos están en todas partes… incluso dentro de nuestros cuerpos. Se calcula que un adulto respira microfibras e ingiere microplásticos del tamaño de una tarjeta de crédito a la semana. Estas cifras pueden sonar exageradas pero no dejan de ser preocupantes. Nuestra ropa está dejando una marca demasiado grande y permanente no solo en el mundo, también en todos los organismos vivos que lo habitan.

La revolución industrial marcó una nueva era en la historia humana, la era de las máquinas y la producción masiva. Desde el siglo XVIII, la quema de combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas natural) ha contribuido al calentamiento atmosférico que ha elevado la temperatura en la tierra en 1,1°C. Los gases de efecto invernadero (GEI) que causan el calentamiento global son los siguientes: vapor de agua (H2O), dióxido de carbono (CO2), Metano (CH4), óxido nitroso (N2O) y el ozono (O3). En 2018, la industria de la moda produjo alrededor de 2,1 billones de toneladas de emisiones de GEI, lo que equivale al 4% de las emisiones globales. De estas, 1,2 billones de toneladas corresponden a CO2 a través de fuentes de energía potenciadas por petróleo o carbón. El nivel de CO2 que produce la industria textil global supera a todos los vuelos internacionales y cargamentos marítimos combinados al año. Alrededor del 70% de estas provienen de actividades como la producción de materiales, preparación y procesamiento. El 30% restante se asocia a la etapa de final de uso o descarte de las prendas. (Fuente: Fixing Fashion 2019, Ellen MacArthur Foundation y Fashion Climate Report 2020, MC Kinglsley).

Debemos dejar de quemar combustibles fósiles a la brevedad. La era de la Revolución Industrial ha terminado y tenemos por delante el desafío de reemplazar nuestras fuentes de energía. Mientras los gobiernos y organizaciones globales la industria de la moda seguirá creciendo en cantidad y en utilidades para las grandes corporaciones. Los diversos movimientos ciudadanos deben seguir presionando por un cambio. Se calcula que las emisiones de GEI aumentarán a 2,7 billones de toneladas para 2030, reflejando un crecimiento anual del 2,7%.

El uso de la tierra para la producción de fibras naturales; terreno para ganado, plantaciones de algodón y bosques para celulosa, entre otras, causa deforestación y pérdida de biodiversidad.Entre 1970 y 2014 hemos perdido un 60% de las especies del planeta. Se cree que el 40% restante de especies animales y vegetales irá extinguiéndose paulatinamente por la destrucción de ecosistemas a nivel global. (Fuente: Fundación Canopy).

La deforestación de las selvas tropicales ha sido particularmente intensa en las últimas décadas. Al poseer la más alta biodiversidad del planeta las selvas al igual que el bosque nativo no se puede, o es muy difícil, replantar o reemplazar. La deforestación es responsable de entre el 6% y 17% de las emisiones de GEI, tiene directas consecuencias en el aumento del CO2 a la atmósfera y al cambio climático en su conjunto ya que son los árboles quienes lo absorben, almacenan y transforman en O2 y regulan la temperatura del planeta. (Fuente: Fundación Canopy). La misma fuente calcula que la deforestación en Brasil ha aumentado en un 88% con respecto al mismo mes del año anterior por la tala indiscriminada y los incendios desatados durante finales del 2019.

La devastación de la naturaleza es evidente y escalofriante, más no irreversible. El planeta tiene la capacidad de generarse pero no podrá lograrlo si continuamos el ritmo de demanda de recursos que le exigimos en la actualidad. Como consumidoras y consumidores de moda podemos contribuir a desacelerar la industria simplemente comprando menos y haciendo durar nuestras prendas. Todo lo que tenemos proviene de la naturaleza, que es nuestro hogar y todo también vuelve a ella.

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