Por Luis Miranda
¿Es necesario un título para trabajar en moda? Gabrielle Chanel nunca entró a la educación superior, sus nociones de costura las adquirió en el orfanato donde pasó su niñez. Karl Lagerfeld, su continuador al mando de la marca, tampoco aprendió el oficio en la sala de clase, lo suyo fue aprender haciendo y directo del maestro Balmain, de quien fue asistente y aprendiz. Miuccia Prada es cientista política de profesión. Los tres comparten el ser de los más destacados diseñadores de vestuario del siglo XX y el haber estado a cargo de imperios de moda cuya influencia se extiende globalmente. A nivel local, Paulo Méndez, uno de los mejores talentos del diseño de vestuario chileno, nunca terminó su carrera de diseñador.
Pareciese que esta pregunta se responde rápido y negativamente luego de ese párrafo inicial, pero lo cierto es que es una interrogante con respuesta abierta. El mercado laboral chileno sigue siendo conservador y los avisos de trabajo normalmente piden título para poder entrar en la postulación. Y en las ofertas que no lo exigen, son notablemente mejores las oportunidades que tiene un postulante con un título que uno sin cartón, en un contexto donde muchas veces los reclutadores no tienen la oportunidad de conocer las habilidades del postulante, más allá de lo que lee en su CV. De esta pregunta inicial, surgen varias otras interrogantes para aquellos que están analizando su futuro laboral y universitario, como en qué fijarse a la hora de elegir, dónde estudiar, o los aspectos que sí o sí debe abordar un programa académico. En Vístete Local, nos proponemos ayudarlos con este artículo que analiza las distintas aristas de un sistema educacional, que tal como la moda chilena, está en un constante proceso de maduración y búsqueda.
La primera vez que me vi involucrado en alguna actividad de carácter académico que tuviese relación con moda fue en la desaparecida Universidad del Pacífico, por mucho tiempo un reducto para aquellos que querían estudiar diseño de vestuario en Santiago. Un profesor del ramo de marketing me convidó para darles una clase sobre comunicación de moda a las alumnas de la carrera. Por ese entonces, yo era editor de contenido y relacionador público de VisteLaCalle y mi experiencia trabajando en el área parecía ser relevante para el profesor del ramo. La invitación se comenzó a repetir frecuentemente y en ese devenir me di cuenta de una de las falencias que tenían las escuelas de moda de esa época y que lamentablemente conservan una minoría hasta hoy: una desconexión entre la academia y el quehacer de moda contingente. Los estudiantes se quejaban de la poca conexión de sus escuelas con lo que estaba pasando en la moda local, de los pocos puentes entre la teoría y la práctica y de su nula inmersión en una industria que se nutre del hacer, de la novedad y del networking efectivo. Esa es una primera cuestión fundamental a la hora de elegir dónde estudiar moda, sea cual sea la carrera específica por la que se optará. El lugar donde completes tus estudios de moda, tiene que ser una institución vinculada con el medio o la industria donde te pretende insertar laboralmente. Sin esos lazos, que pueden tomar la forma de actividades de investigación, activaciones periódicas, un modelo educacional que se centre en la práctica y profesores vinculados relevantemente con el medio, el proceso de aprendizaje será árido, lento y tu salida laboral complicada.
De otra escuela de diseño de vestuario desaparecida podemos sacar más lecciones. Para qué son los errores sino para aprender de ellos, ¿no cierto? La escuela de Diseño de Vestuario de la Universidad de Las Américas destacó apenas se abrió. El proyecto educativo ponía un fuerte acento en la creatividad y en vincular a sus alumnos con el medio. Era la antítesis de los que se venía viendo y haciendo en educación de moda. Lo de la escuela de vestuario de la UDLA fue explosivo. Las actividades de la escuela comenzaron a adquirir notoriedad y los más destacados de sus alumnos a ganar concursos internacionales, a crear diseños de creatividad desbordada y a sonar como las promesas del diseño local. A pesar de que llegó a convertirse en una de sus escuelas más visibles, la UDLA decidió cerrar la carrera. Varias veces fui convidado a evaluar a los alumnos en distintas de sus actividades académicas y noté que a pesar de que varios de ellos tenían creatividad y ganas para regalar, había una falencia de la escuela que no les permitía despegar como esperaban: la formación de negocios. Otra cuestión para tener en cuenta al elegir donde estudiar. En un mercado de trabajo extremadamente competitivo, donde los recién egresados deben ser capaces de hacer varias cosas, la formación en negocios es un verdadero hándicap que puede decidir una postulación a un puesto de trabajo. Para un diseñador de vestuario, es necesario tener los conocimientos técnicos propios de la costura, pero también conocimientos de marketing de moda, comunicaciones y negocios. A la postre, son herramientas absolutamente necesarias para cualquiera que quiera emprender y montar su propia marca. Alejarse de cualquier institución que no te de herramientas en ese sentido, y optar por aquellas que pongan acento en el desarrollo de estas habilidades.
De proyectos desaparecidos, pasamos a uno en pleno desarrollo y que parece prometedor. Hace ya unos años, me invitaron a ser jurado de una activación entre la Facultad de Diseño de la Universidad del Desarrollo y una marca de bolsos belga con presencia en Chile. Me sorprendió que alumnos de la mención de diseño gráfico, un diseño eminentemente 2D, se manejaran tan bien reinventando bolsos, bananos y mochilas. Quedé gratamente impresionado con la calidad de los trabajos y fue muy difícil escoger un ganador. Hace un par de años, esta Facultad decidió abrir su mención en Moda y Gestión, en un programa que obliga a tomar un tronco de ramos comunes para todos los estudiantes de diseño, antes de entrar a la especialización. A cargo de esta escuela y liderando el proyecto está la diseñadora Natalia Yañez. “La principal particularidad de nuestro programa es que se basa en un modelo de aprendizaje por competencias, lo que implica adquirir conocimientos y desarrollar habilidades a partir del aprendizaje basado en la experiencia, razón por la cual, los alumnos desde el primer año de la carrera participan en desafíos creativos con actores relevantes de la industria local, latinoamericana y europea”, nos dijo la Directora de este programa a Vístete Local.
A pesar de que no tiene egresados aún que nos puedan dar fe y demostración de la calidad de la formación obtenida, el programa se ve sólido, combinando la práctica con la teoría y con una tibia, pero al menos presente, formación en negocios.
La fiebre de los cursos cortos
Hubo un tiempo donde fueron furor. Era la oportunidad para aquellos que querían inmiscuirse en moda, complementar sus habilidades curriculares o simplemente hacer networking. Después de una primera, segunda y hasta tercera oleada de cursos de este tipo, donde los alumnos aprendían de un variopinto rango de cuestiones, la oferta fue decantando hasta consolidar en este mercado a quienes se tomaron la demanda por estudiar moda con responsabilidad y visión de largo plazo. Lugares serios como Fotodesign o la Escuela Brown continúan con una oferta amplia de cursos para complementar conocimientos. Varios de los otros oferentes de cursos cortos simplemente desaparecieron o se reinventaron. En verdad, no era sostenible ese nivel de oferta, ni tampoco los programas que muchas veces tenían por objetivo ser una fuente de ingresos rápida para las escuelas, más que un curso que aportara efectiva y honestamente a la formación de los estudiantes. Un par de estas escuelas llegaron a ser denunciadas ante el Sernac por lo deficiente de sus servicios.
En la vereda de los que continúan y con éxito está Fotodesign, una escuela especializada en fotografía de moda, que partió en Buenos Aires y que tiene hoy sedes en Colombia, Chile y España. Fui por dos años Director de esta escuela en Chile y no tengo más que buenas referencias. La verdad, sus egresados hablan por si solos. La generación de recambio de la fotografía de moda en Chile se ha formado en este lugar. Para Verónica Jara, actual Directora de esta franquicia internacional, el éxito está dado por lo personalizado de los cursos. “Esto nos permite poder acompañar a cada alumno en su proceso educativo y creativo. Además de querer traspasarles a ellos toda la información que necesitan para poder ser fotógrafos, nos interesa mucho poder ayudarlos a encontrar cual es su estilo de fotografía, descubrir y/o crear su propio sello. Esto es algo que puede ser innato o que también pueden ser necesarios años de trabajo y búsqueda, a veces no es fácil de lograr, y a nosotros nos gusta tener esa misión, de poder colaborar en la búsqueda”. Consultada sobre el por que sus ex alumnos destacan en el mercado local de la fotografía, Verónica responde sin titubear: “En Fotodesign nos destacamos por elegir como docentes a profesionales que actualmente estén insertos en el mercado, publicando en medios, realizando material y contándoles desde su experiencia cómo funciona la industria de la fotografía, la publicidad y la moda en Chile. A la vez buscamos constantemente innovar, buscando nuevos artistas para ofrecer siempre distintos cursos y herramientas que permitan a nuestros alumnos crecer profesionalmente y desarrollar portafolio”.
A la hora de buscar un curso corto hay que tener en cuenta que un programa de este tipo es para complementar conocimientos en un área específica, nunca tomarlo como una especialización. Lo mismo dicho para los cursos de largo aliento, aplica aquí: la escuela debe tener vinculación con el medio.
La academia de moda se enfrenta a un desafío constante, el de ajustar sus programas, visión y actividades a la también cambiante industria donde pretenden insertar profesionales. Aléjate de cualquier institución con capacidad de reacción lenta, con currículums poco flexibles y con principios escritos en piedra. Un buen lugar para estudiar se centrará siempre en el alumno y sus necesidades y eso es central al elegir el lugar donde darás tus primeros pasos en moda.