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El problema detrás de los fardos de ropa usada

El problema detrás de los fardos de ropa usada

Por Francisca Vargas Ramos

En los últimos años la ropa de segunda mano o “vintage” se ha posicionado como una de las más preferidas por muchas y muchos. Por un tiempo pensé que era el mal menor a todo lo que trajo consigo el fenómeno de fast fashion y la producción excesiva de ropa que últimamente muchas marcas de retail han adoptado.  Sin embargo, resulta que no es el mal menor.

Quizás ya has escuchado que Chile es uno de los países que más ropa consume por persona. Según la Asesoría Técnica Parlamentaria, realizada este año por Sofia Calvo y Guido Williams en la Biblioteca del Congreso Nacional, en los últimos 20 años la compra de vestuario ha aumentado un 233%. Además, indican que según Euromonitor del 100% del vestuario que adquieren los chilenos, solo el 8% son confecciones realizadas en nuestro país.

Cada vez son más personas las que consumen ropa usada o de segunda mano y en los últimos años su crecimiento ha sido explosivo ya que se ha instaurado una tendencia en cuanto a la conciencia medioambiental. La industria textil es una de las más contaminantes y frente a la emergencia climática ha sido más importante buscar maneras de poder apalear todo el daño que ha causado. El reciclaje o el upcycling son dos maneras de poder tener mayor responsabilidad como consumidor. Sin embargo, algunos análisis nos podrían dar luces de que como país podríamos hacer más.

De acuerdo con cifras entregadas por el Banco Central este año, en el 2021 se importaron 736.183 toneladas de ropa. Una cifra que pone en discusión la irregularidad en la importación textil que llega durante el año al puerto de Iquique, en donde se reciben fardos de ropa de 45, 40, 23 y 20 kilos provenientes de Europa, Estado Unidos, Corea y Japón.

Según el medio digital Quinta Trends, fuentes de la Región de Tarapacá señalaron que el 70% de la ropa usada importada era descartada, lo que ha propiciado la creación de vertederos ilegales en el desierto, particularmente en la comuna de Alto Hospicio, lo que muchos nombraron como “Desierto Vestido” y que fue abordado en más de un reportaje en los medios de comunicación nacional.

Si bien en el año 2021 el aumento del consumo de vestuario y calzado en nuestro país se atribuye al crecimiento del PIB y a que como consumidores logramos acceder a ropa más barata, la ropa de segunda mano sonaba aun más tentativa. Además, no podemos negar que hemos sido muchos y muchas las que hemos encontrado más de alguna vez una “joyita” de vestuario que día a día cuidamos como mejor podemos.

Lamentablemente en nuestro país existe una excesiva cantidad de ropa de segunda mano y cada mes entra mucha más. Son fardos y fardos de ropa que no podríamos terminar de usar y de la cual solo una parte finalmente es comercializada y utilizada por nosotros.

Aun no existe una ley que pueda regular la cantidad de toneladas que llegan al puerto nacional cada mes, sin embargo, se fiscaliza que la ropa usada que ingrese a nuestro país esté debidamente sanitizada y que este proceso sea certificado por el país exportador en donde se especifique el proceso sanitario al cual fue sometido antes de su embarque. De esta manera, se evita la propagación de enfermedades.

Además, el artículo emitido por la Biblioteca del Congreso Nacional señala que “el Ministerio de Medio Ambiente está apoyando la creación de un Acuerdo de Producción Limpia (APL) en el sector textil para los residuos de pre y post consumo, con miras a que pueda ser incorporado como producto prioritario de la ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP)”.

Países como Perú, Bolivia y República Dominicana tienen prohibido la importación de vestuario en sus países. Mientras que países como Francia y la Unión Europea han optado por acciones que apuestan por la responsabilidad extendida del productor del sector textil, es decir, preocuparse responsablemente por el uso que se les dará a los residuos textiles, prendas de vestir, calzado, etc. Fomentando así  la estrategia de la circularidad y sostenibilidad en la en la moda, acciones que serían importantes de repetir en nuestro país.

Pero mientras se comienza a discutir y a levantar algunos proyectos de políticas públicas que van en pos de mejorar la industria textil nacional, nosotros como consumidores podemos tomar algunas cartas sobre el asunto. Un ejemplo de esto sería el poder tener un closet capsula para no caer en las compras excesivas y compulsivas. En especial, en esta era del fast fashion donde recientemente Shein fue nuevamente denunciada por perpetuar pésimas condiciones de trabajo para sus trabajadores a cambio de tener masivas ganancias creando nuevas colecciones cada semana.

Si bien la discusión da para mucho más, hay que  ver el vaso medio lleno. Y en Vístete Local te contamos -si es que aún no sabias- que en Chile podemos encontrar organizaciones como Eco Fiber Chile que desde la problemática de los vertedores textiles en el norte crearon una innovadora iniciativa de transformar esos residuos en aislantes térmicos para la construcción de viviendas.

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