Por Luis Miranda
“Artículo 1: Crease el sistema único de identificación de tallas de indumentaria”.
Es la primera norma del proyecto de ley que busca uniformar el tallaje de la ropa que consumimos. La tramitación de la eventual normativa fue iniciada a través de una moción de la diputada Gael Yoemans, apoyada por otras honorables como Maite Orsini, Carmen Hertz y Erika Olivera. Solo tiene 3 artículos, más cuatro artículos transitorios que conforman el marco sobre el cual se regulará esta materia.
“Un reglamento conjunto, dictado por el Ministerio de Economía y el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, contendrá los números de tallas de la indumentaria con las medidas exactas para la población diferenciada para hombres y mujeres”, dice el inciso segundo del artículo 1 de este proyecto exiguo en texto, que deja el detalle regulatorio a un reglamento que será dictado por ambos ministerios. Luego, el primer artículo transitorio de la norma, mandata realizar un estudio antropométrico para poder determinar este sistema único de tallas: “Para la elaboración del reglamento que establece el inciso final del artículo 1 de la esta ley, se podrá encargar la realización de un estudio antropométrico. Dicho estudio se podrá hacer a nivel nacional, con la colaboración de universidades y centros de estudios, con una muestra representativa del total de la población chilena, con criterios de edad y sexo de las personas. Este estudio se podrá realizar en el plazo de 1 año desde aprobada la presente ley”. Es decir, será un estudio representativo de los cuerpos de la población local el que determinará el tallaje nacional.
Es muy común que seamos tallas diferentes en distintas marcas, que en una tienda la talla 42 nos quede perfecta, pero que en la siguiente no nos cierre el botón. Según su promotora y quienes apoyan la iniciativa, esto daría origen a situaciones arbitrarias, discriminatorias e incluso lesivas de la salud mental de las personas, toda vez que promueve la idea de cuerpos perfectos que inducen a caminos como los trastornos alimenticios. Esta es una de las principales razones para proponer este proyecto de ley. "Muchas veces se ve que estos temas pasan de largo. (Pero) no es un tema menor", advirtió Yeomans en Cooperativa, quien remarcó que "estamos hablando de estereotipos de cuerpos. Este tema influye en la salud mental, en niños, niñas, jóvenes también adultos y adultas mayores".
El proyecto fue ingresado el 24 de enero y se encuentra en su primer trámite Constitucional en la Cámara de Diputados y Diputadas. No tiene urgencia de ningún tipo para su discusión, por lo que la celeridad con que avance en el Congreso Nacional tendrá que ver con la importancia y prioridad que le otorgue la Comisión de Economía, que es donde está radicada hoy su tramitación.
Vanity Sizing o Tallaje Vanidoso
En el texto que antecede al proyecto de ley y que se presenta como fundamento del mismo, se hace referencia al vanity sizing como una mala práctica que se intenta erradicar con este proyecto de ley.
El vanity sizing es una técnica de marketing, un truco en virtud del cual las tiendas de ropa ready to wear (lista para usar) etiquetan sus prendas con una talla más pequeña de la que en realidad debería corresponderle según sus dimensiones. Por ejemplo: me compro una polera talla M, que en realidad debió ser catalogada como L por sus medidas. El objetivo del tallaje vanidoso es crear una sensación de bienestar en el consumidor para que este compre más, con los consecuentes mayores beneficios económicos para la tienda o marca que etiqueta sus productos con tallas más pequeñas. Si bien es una técnica extendida, no todas las tiendas recurren a ella. Por lo general, las marcas más exclusivas no la ocupan, porque lo de ellas es justamente lo contrario: filtrar a través de las tallas y de esa forma mantener el estereotipo físico de su clienta dentro de ciertos márgenes. Ello explica que en una tienda seamos talla X, mientras en otra la talla Z es la que debemos poner en la bolsa.
Como se dijo, el vanity sizing produce un efecto de confort en los consumidores, lo que se aleja de lo mencionado por la diputada Yeomans en el sentido de producir efectos en la salud mental de los consumidores. De hecho, un estudio publicado en el Journal of Consumer Psychology da cuenta que las marcas de tallas más pequeñas, lejos de producir secuelas psicológicas, incrementan la autoestima de sus consumidores. Por el contrario, marcas con tallaje mayor reducen la confianza de sus clientes, lo que redunda -además- en menores resultados para el negocio.
Un cliente absolutamente racional no debería verse afectado por la talla que esté comprando, sino que su opción de compra debería estar condicionada por lo bien que le queda la prenda, por la apariencia más que por las métricas.
Consideraciones finales sobre el proyecto de ley.
Desde luego que es plausible que iniciativas como estas intenten solucionar los problemas prácticos que se suscitan para los consumidores que se han visto enfrentados a lo que ellos consideran como discriminación. Del mismo modo, la creación de tallas unívocas vendrá a solucionar las compras on line, que tanto terreno han ganado. En la experiencia de la tienda física, el probarse la prenda ayuda a desengañarnos y comprar aquello que realmente nos queda bien. Sin embargo, en la compra on line, y aún ayudados de las tablas de tallas que proporcionan las plataformas webs, el cómo nos quedará lo que compramos por esa vía es siempre una incógnita que no se despejará hasta el momento del despacho.
Sin embargo, tal y como está planteada hoy la ley, podría acarrear problemas para su implementación sobre todo para marcas medianas y pequeñas situadas en la incipiente industria de moda chilena. Consideramos que los siguientes puntos deberían tomarse en cuenta en el debate legislativo, y en la eventual confección del reglamento asociado a la ley.
-Exclusiones a la obligatoriedad de la ley: Para el diseño autoral la normativa no debiese ser obligatoria por varias razones. La primera es que este tipo de marcas a nivel local son pequeñas o medianas, tienen clientes que han forjado a lo largo del tiempo, los que generalmente se mantienen fieles a las etiquetas de autor. ¿Por qué echar por la borda años de trabajo en adecuación de tallas? ¿Para que corroer la comunicación y nexo ya existente entre marca y cliente? Si bien el proyecto de ley les da un año desde la dictación del reglamento para adecuar sus tallas, lo hace según un criterio reduccionista que gira en torno a las ventas. Si una marca tiene ingresos anuales por sobre 25.000 UF, tiene seis meses para hacerlo; las con ventas menores a esa cifra, un año. Un proceso de estas características podría significar un impacto significativo para una marca de diseño de autor, repercutiendo en su proceso productivo, en sus finanzas y, lo más importante, en la relación con sus clientes.
-Estudio antropométrico periódico: Se debe establecer una periodicidad para renovar el estudio antropométrico. La fisonomía de los chilenos no es la misma que hace 20 años atrás y seguramente en ese mismo lapso al futuro nuestros cuerpos habrán cambiado nuevamente. Si no se actualiza periódicamente el estudio, tendremos un vanity sizing amparado por la misma legislación que intentó suprimirlo.
-Recoger el parecer de las asociaciones gremiales de diseñadores: A veces, las leyes se hacen sin escuchar a aquellos que se verán afectados por la normativa. Las asociaciones gremiales de diseñadores de vestuario en Chile no tienen mucho peso, no son tan diligentes ni inmiscuidas en los actos de la autoridad que afectan su quehacer. Un reglamento a oídos sordos de los diseñadores de vestuario chilenos, puede significar un golpe fatal para una industria que está aún en ciernes.
-La deconstrucción de la idea del cuerpo perfecto: Esto se logra no solo con una ley de tallas, es también importante regular algunos aspectos de la publicidad de moda. ¿De qué nos vale tener una ley de tallas que intenta solucionar -entre otras cosas- cuestiones relativas a la salud mental, derribar arquetipos y anular la discriminación si la publicidad de moda sigue plagada en su gran mayoría por la belleza hegemónica? Se hace urgente una normativa amplia en ese sentido.
-Amplitud de tallas ofrecidas: Si lo que se quiere es fomentar la idea de la existencia de distintos tipos de cuerpos, la normativa debería considerar la obligatoriedad de tener un mínimo de tallas ofrecidas por diseño. De lo contrario, las marcas pueden burlar fácilmente el propósito no discriminatorio de la ley ofreciendo solo tallas pequeñas o tallas únicas. Cada marca debería tener al menos tres tallas para un mismo diseño.
-Legislación orgánica para la industria de moda local: Tan latente como el problema de los talles, es la precariedad de la industria de moda chilena. Se hace urgente legislar para esta industria creando una normativa orgánica, que considere todas las aristas de este sector, cuyo potencial es grande a pesar de su precariedad. Es hora de destacar y apoyar lo hecho en Chile, de emparejar la cancha para poder competir en mejores condiciones con los gigantes del retail. Urge fomentar la producción local, con todos los beneficios que vienen aparejado con ello.